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¿Es lo mismo mezclar y masterizar?
06 de mayo de 2022
La mezcla y el mastering son dos de los procesos más enigmáticos y desconocidos dentro de la grabación musical. De hecho, muchas veces se tiende a confundirlos. Hoy en Sounds Market explicaremos en qué consiste cada uno y por qué son tan importantes para conseguir un buen sonido.
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La mezcla
Cada instrumento musical tiene un sonido característico y ocupa un rango de frecuencias más o menos amplio. La frecuencia fundamental del bajo, por ejemplo, suele ocupar el rango más grave, entre los 40 y los 300 Hz, mientras que sus armónicos (que resultan claves para su timbre), pueden llegar hasta los 7 KHz. El bombo de la batería, por su lado, también ocupa una altura similar en su frecuencia fundamental, que puede ir de los 30 a los 150 Hz, mientras que sus armónicos pueden llegar hasta los 6 KHz.
La voz humana, por poner un ejemplo más agudo, puede ocupar un rango en su frecuencia fundamental de los 80 a los 400 Hz, mientras que los armónicos pueden llegar a los 12 Khz.
A la hora de mezclar, la labor del técnico es hacer una especie de puzle de frecuencias y conseguir que cada instrumento tenga su propio espacio. Esto significa que el oyente debe ser capaz de identificarlos con facilidad, por lo que el resultado debe ser, además equilibrado, lo más claro e inteligible posible.
El mastering
El mastering es el último paso del proceso y se suele realizar a partir de la mezcla final, aunque es bastante común que (como en todo proceso creativo) surjan cambios y decisiones de última hora, lo que puede implicar cambios en el orden previsto.
El objetivo de un buen mastering es pulir el sonido de la mezcla final, corrigiendo cualquier desequilibrio que pueda quedar y procesando la señal para que la canción suene como un todo, y no como una suma de cosas.
Otra de las claves de un buen mastering es conseguir que la canción suene con la máxima presión sonora, a ser posible sin perder calidad ni rango dinámico. El secreto de los grandes estudios de mastering es que procesan el audio de forma analógica, sin necesidad de plugins, algo que suele requerir de una gran inversión en equipo.
Por último, un buen mastering debe conseguir que la canción suene bien en cualquier dispositivo, desde un equipo de alta fidelidad a un Smartphone. Esto puede resultar complejo, pero es vital en el contexto actual, en el que la música se escucha a través de vías tan distintas.
Conclusiones
Como podéis ver, tanto la mezcla como el mastering son mundos separados y realmente complejos, por lo que requiere de años de estudio y experiencia convertirse en un experto en alguna de estas materias.
Desde Sounds Market os animamos a que os intereséis por estos temas, ya que realmente pueden llegar a marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso de una producción musical.
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